martes, 5 de mayo de 2009

Los desertores del Koslay II (relato)

Mi amigo Mauro me miró fijamente a los ojos. Yo se que de alguna manera quería usar esta sociedad como plataforma para su proyecto político, para proyectarlo como candidato a diputado opositor, o algo por el estilo y por otra parte tenía aficción sobre otras cosas un poco mas informales como chamanísmo, rastafarísmo, senderísmo y otros "ismos". 

Dentro suyo sus dos ideales estaban en plena batalla campal.

A ver explicame tu idea de deserción, porque....mmm, es una idea sobre ya hay bastante escrito. Incluso Borges, eh.... ¿Cómo es?

-Si, pero no. No tiene nada que ver con cuestiones éticas. Mi idea.........

Jefe a la vista. 

Los dos saludamos al jefe. El jefe se acercó y Mauro le convidó un mate.

-No gracias, estuve casi una hora con el correntino y estoy verde de mate.

-Que buenos mates que ceba este tipo.-le acoté

-Si, bárbaro, pero igual en una hora quedás verde y corrés para el baño que ni te cuento.

El jefe era de esas personas de campo, bueno, pero con unas manazas que mejor que tenga buen carácter.

Sospechábamos que ya nos tenía junados. No decía nada pero cuando nos escuchaba nuestros diálogos nos miraba medio entrecerrados los ojos y una comisura que no llegaba a la sonrisa se le dibujaba el la cara.

-¿Cómo andamos hoy?- nos preguntó

-Un poco menos operaciones que ayer pero algo mas de guita- reportó Mauro.

El jefe se fue lentamente hacia su box y a los pocos pasos nos contestó con un "OK" de espalda, cerrando el dialogo de la mañana.

Mauro estaba un poco inquieto.

-Este sabe algo - acotó.

-Claro que sabe ¿y?.

-Lo de los desertores- retomé- no tiene que ver con algo intelectual, sino todo lo contrario. Me refiero a aquellos desertores que se rajaron a las sierras para evitar el reclutamiento forzado del ejercito de San Martín y que luego atendieron a cuanta dama o damisela que se le cruzaba por el camino.

-Mi teoría es que los que se fueron a pelear la guerra jamás volvieron, ya sea porque murieron en batalla o porque nadie les bancó el retorno a casa y hoy son los tatarabuelos de chilenos, peruanos, colombianos o venezolanos.- insistí

-O sea que los que decís..- tomaba la idea Mauro- es que los criollos puntanos de hoy son los descendientes de desertores-

-Exactamente.

-Aparte de lo histórico, imaginate si nuestra sociedad es conocida, -dije- perderíamos toda razón de ser. La respuesta es la deserción. Tenemos que desertar. Pasar a la clandestinidad.

Mauro terminó de tomar el último mate del termo. Meditaba silenciosamente sin perder nada de su determinación.

-Tengo un chivo en casa y a tu amigo el pelado le debo un asado.

-¿Eh? ¿Qué decís? ¿? - le pregunté

-Tenemos que constituir ya nuestra sociedad - me informó- Y creo que un asado es la mejor manera de hacerlo.

-Estás queriendo predicar con el ejemplo. - le dije- Privilegiar "el hacer"....

Claro, - y agregó- tenemos que ser cinco.

Ya en otras charlas habíamos pensado que la sociedad perfecta era de cinco. Por razones esotéricas, para el mejor flujo de ideas, por impar, la sociedad perfecta debía ser de cinco personas.

-Nosotros dos, tu amigo el pelado, tres, mi amigo el rulo, cuatro.....- Mauro dudó.

-Falta un quinto.- agregó

-El quinto perfecto es Juan.

-¿El jefe?

Nuestro jefe se llamaba Juan y era el prefecto quinto que buscábamos.

-Quién lo invita?- preguntó Mauro

-Yo me encargo.

-Meta! 

2 comentarios:

  1. muy bueno el blog y me pone muy contento que estes tan contento vos y muy enganchado con el blog

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