jueves, 4 de junio de 2009

Malón 2.0 (El regreso)

Desde hace un tiempo se viene generando por el mundo movimientos indigenistas, y para no ser menos, o por otra finalidad no confesada, el gobierno de San Luis le ha dado tierras al sur de la provincia a un grupo de supuestos Ranqueles, bajo el lema de "Restitución de tierras a sus dueños originales".

La restitución de tierras viene acompañada de unas casas de diseño moderno con morfología de "Toldo", carpa Siux o lo que sea. Su diseño está entre una carpa y un plato volador, todo muy moderno.

Hasta ahí estaría la iniciativa dentro de lo cánones previsibles de un gobierno "a la moda".

La cosa que generó mi atención es una iniciativa oficial de entregar a los representantes ranqueles 21 yeguas criollas y 2 padrillos, con la finalidad de “instrumentar proyectos que impacten y detonen procesos de desarrollo integral y sustentable”.

A este punto se me cruzan por la mente preguntas y reflexiones que tal vez quien lea estas lineas me ayude a descifrar:

- ¿Las yeguas y padrillos son el mejor aporte para un "desarrollo sustentable"?

- ¿Qué tipo de desarrollo económico supone la posesión de equinos, en el siglo XXI?

- ¿Fabricarán mortadela?

- Teniendo en cuenta la historia de los ranqueles ¿Volverán a los malones?

- ¿Para qué los caballos? ¿Para qué?

Mi ídolo FONTANARROSA, en una de sus tiras de "Inodoro Pereyra", de las que soy fanático, dibujó a un cacique llamado "Polvén" diciéndole a Inodoro que se iban de gira haciendo work-shops de Malón.

Ayúdenme a entender...

2 comentarios:

  1. Estimado desertor: no se que le causa tanta gracia de que las tolderìas sean parecidas a un ovni, esta realidad tiene su madre en la ficción, me refiero concretamente a la novela “En esa época” de Sergio Bizzio editada en 2001.
    Me explico: la trama de esta obra (de anticipación) es tan sencilla como desopilante: corre el año 1876, y cinco brigadas (ésta al mando del General Godoy) se abocan a la extenuante labor de cavar una zanja de 1,75 de profundidad, que -orden mediante del ministro de Guerra Adolfo Alsina - tendrá la función de detener a los indios desde el extremo meridional de Córdoba hasta Bahía Blanca. Pero algo complica la tarea cuando excavando surge de las entrañas de la tierra un plato volador de unos 80 metros, que al principio los soldados confunden con canto rodado.
    Más tarde se cruzan con una pareja de hermanitos que habita la nave: son niños, pues apenas tienen doce millones de años. Los pequeños se revelan tan curiosos al salir a la superficie terrestre y conocer la pampa, como los hombres de Godoy prestos a enseñarles groserías. Los hermanos aprenden pronto el idioma y el repertorio de insultos.
    En esto se entretienen los de la milicia, cuando son pillados de sorpresa por las tribus de los caciques Maulín y Alvarito Rumay. De la carnicería sólo consiguen salvarse el coronel y dos soldados más, a los que se les perdona la vida en honor a una amistad que Godoy ha mantenido en la infancia con un extraño indio, John Toriano, criado en Europa. Los indios aprovechan para informar a Godoy, de paso, que la política de guerra ha cambiado, ya que Alsina ha muerto y ahora es el general Roca quien los persigue, e inmediatamente el genocidio prospera como dirección única de los asuntos indígenas.
    Entonces los indios intentan, para escapar a la solución final, llevar la nave espacial hasta el mar. En esa empresa pierden cientos de caballos hasta que Toriano logra el acceso a la computadora del platillo y se da cuenta de que la nave vuela. Con el ejército pisándoles los talones, los indios se introducen todos en el ufo, como lo denomina un indio, al punto que cuando llegan los hombres de Roca, sólo encuentran a Godoy y los suyos. Los dos mil indios ponen proa hacia el sol, pero con el tiempo sólo conseguirán perecer en el espacio y ser arrojados luego al vacío por los dos chicos.
    Hoy viven todos felices en el planeta Xilium.

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  2. A mi me gustaría ser un indio posmoderno y estar todo el día panza arriba con mi yegüita.

    El Catcher del centeno

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