sábado, 27 de junio de 2009

Floydian paranioa

Contracción involuntaria del ego.
Bobo con temor escapando de hoy.
Sacudiendo el alma
desde el ombligo sangrante.

¡Basta!

Tic tac, tic tac, tic tac, tic tac, tic tac, tic tac.
Intrépidos colores doblan la esquina,
veinte piés obscuros corren hacia mi, y
yo sin aire para ventilar.
Sacudo, sacudo, sacudo, sacudo, mi cuerpo avanza
Miro hacia atrás y adivino la emboscada.

No sé.

Miro el reloj. El tiempo no importa.
Secretando desde toda mi piel.
¡Gruñido de Buldog!
Cerrando ventanas.
Tapando la luna.

Miro y los escucho venir.

Tic tac, tic tac, tic tac, tic tac, tic tac, tic tac.
Paralizado creo que pienso.
Sobredosis de adrenalina.
Miro atrás, reloj, secreto, gruñido, tapo, miro y adivino.

Run, rabbit run! Me grita Gilmour

Adivino sus coloridas camisetas de nylon,
rayón viscoso buscando matar.
Son veinte piés por el bajo flores,
puliendo adoquines.

Un gemido de amor se funde en la luz del tren.

Busco baldes de aire y no alcanza.
Siento alientos cargados de birra y canchera
acechándome, buscándome, alcanzándome.
Veo el 300 y pico parado y
un pantalón divinamente completado
hasta el pelo que cuelga por la espalda
subiendo de costado.

Oasis de oxigeno y promesa de salvación.
¿Será un ángel?

Me subo en movimiento, pago boleto
y me siento en mi balsa de 31 asientos
buscando el amparo.
Las luces de las calles se apagan y
el celeste crece por el cielo del riachuelo.
No se donde voy.

Siento el terrible frío en mis huesos y
el calorcito que lentamente me baja
esperando que sea este el colectivo
que me lleve a la salvación.

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